Casi un cerebro sin miedo Understand article

Traducido por José Viosca. ¿Sería o no sería genial vivir sin miedo? Descubre cómo de importante es esta emoción, según la ciencia.

Brave New World
Un Mundo Feliz es una de las
novelas más leídas del siglo
20

Imagen cortesía de Chris
Goldberg; fuente: Flickr

Una vida sin miedo. Es uno de los temas recurrentes en novelas y películas de ficción. En Un Mundo Feliz, la felicidad era algo muy sencillo de alcanzar: con solo tomar una pastilla, todos los problemas y miedos desaparecían. Para un neurocientífico – y amante de la ciencia ficción – como yo, resulta emocionante comprobar cómo algunas de las ficciones de Aldous Huxley se están haciendo realidad en laboratorios que investigan las bases neurobiológicas del miedo.

A pesar de sus causas variadas, el miedo siempre se manifiesta de forma parecida: el corazón se acelera y empiezas a sudar. Y en el extremo – en un ataque de pánico – también te agobias y crees que pierdes el control o que te estás muriendo.

La eliminación selectiva de miedos es uno de los objetivos esenciales de la neurociencia en su búsqueda de tratamientos para las fobias, el trastorno de estrés postraumático y otros trastornos de ansiedad. En Europa, más de 43 millones de personas padecen alguna de estas condiciones (ver tabla 1). Aunque los tratamientos actuales – psicoterapia y antidepresivos –  ayudan bastante, también tienen efectos secundarios indeseados y en ocasiones simplemente no funcionan. Por ello, para encontrar tratamientos más efectivos, necesitamos entender cómo el cerebro procesa el miedo.

Condición Millones de personas afectadas
Tabla 1: incidencia de los trastornos de miedo y ansiedad más comunes, en Europa. Fuente: Wittchen & Jacobi (2005)
Trastorno de pánico 5.3
Agorafobia 4.0
Fobia social 6.7
Trastorno de ansiedad generalizado 5.9
Fobias específicas 18.5
Trastorno obsesivo compulsivo 2.7
Neuronal networks
Neuronas (verde) en el
cerebro conectan con miles
de otras neuronas creando
millones de circuitos
neuronales

Imagen cortesía de Penn State;
fuente: Flickr

Con este objetivo, los científicos ahora exploran una región del cerebro: el hipotálamo. Localizado en las profundidades del cerebro, el hipotálamo es una especie de centro ancestral de las motivaciones e impulsos internos, como por ejemplo el hambre. Algunos impulsos humanos como el deseo de felicidad o amor no se restringen al hipotálamo; sin embargo, todos ellos tienen unas raíces básicas: la necesidad de sobrevivir y reproducirse. Si en tu cuerpo las reservas de alimento escasean, por ejemplo, ciertas neuronas en el hipotálamo chillarán desencadenando la sensación de hambre. Igualmente, una serie de reacciones neurobiológicas dispararán la sensación de sed si en tu cuerpo falta agua, o enfado si alguien invade tu territorio; o miedo si te encuentras frente a un perro rabioso.

¿Cómo funciona todo esto? Sabemos que el hipotálamo contiene más de 15 grupos de células nerviosas – neuronas – que utilizan diversos mensajeros químicos y receptores para comunicarse entre ellas. Sabemos muy poco, sin embargo, sobre cuáles de esos tipos de neuronas están mediando cada una de las motivaciones de supervivencia. Ni tampoco comprendemos apenas cómo el hipotálamo coordina tal variedad de funciones. ¿Implica a las mismas neuronas? ¿O son neuronas diferentes pero vecinas y que en su proximidad se comunican rápidamente para determinar cuál es la respuesta a desencadenar?

Para responder estas preguntas los científicos necesitan de-construir sistemáticamente el hipotálamo en sus componentes, como si fuera un enorme puzle. Una forma de hacerlo es silenciando o activando neuronas, utilizando simplemente destellos de luz.

Suena a ciencia ficción, ¿verdad? De hecho, es una de las técnicas utilizadas en el grupo de investigación en el que trabajé en el Laboratorio Europeo de Biología Molecular (EMBL)w1. Una proteína fotosensible, como las que tienes en los ojos, se introduce en un tipo específico de neurona en el cerebro. Esta proteína es capaz de encender o apagar la actividad de la neurona en respuesta a la luz de un láser. Cuando investigadores de mi laboratorio silenciaron de esta forma ciertas neuronas en el hipotálamo, los ratones perdieron el miedo. Se acercaron, en vez de huir, a una rata – un depredador natural –, obligando a detener el experimento para proteger al ratón.

Terrifying
Da miedo, ¿verdad? Así es
como los peligros son
evitados en la naturaleza

Imagen cortesía de nick ta;
fuente: Flickr

Intrigantemente, una conducta similar se ha observado en humanos – y es la evidencia de que el miedo es procesado por distintas partes del cerebro. Antes de descubrir que el hipotálamo podía tener un papel en el miedo, pensábamos que la amígdala era la única región del cerebro implicada. Una mujer, conocida en la literatura científica como ‘SM’, tenía una condición genética que destruía neuronas en su amígdala, región conocida como el centro emocional y un componente esencial del procesamiento del miedo. Durante años, los científicos que estudiaron a ‘SM’ la expusieron a todo tipo de estímulos horrorosos: películas de terror, serpientes venenosas, arañas…, pero ‘SM’ nunca mostró miedo. Un día, sin embargo, los científicos le hicieron respirar aire con una gran concentración de dióxido de carbono. Esto dispara los niveles de dióxido de carbono en sangre y es suficiente para causar sofoco. Pero ‘SM’ no sintió ésto, sino pánico – gritó pidiendo ayuda mientras se quitaba la máscara de respiración. Los científicos que la observaron pensaron entonces que otras regiones del cerebro además de la amígdala debían ser capaces de procesar y desencadenar miedo.

Era la primera vez que ‘SM’ sentía miedo en muchos años. “Maravilloso”, podrías pensar. Eliminar el miedo es lo que buscan los científicos para ayudar en el tratamiento de trastornos de ansiedad y otras condiciones. Pero la vida de ‘SM’ también demuestra la importancia que tiene el miedo. Durante años, debido a su incapacidad de sentir miedo y de reconocer los primeros indicios de que una situación es peligrosa, ‘SM’ puso su vida en riesgo en numerosas ocasiones. Igual que el ratón que sin la menor precaución se acercaba a la rata. El miedo no es solo desagradable y perturbador, también está ahí para advertirnos de los peligros.

Las evidencias nos muestran la importancia del equilibrio que los científicos siguen investigando. Las emociones básicas son fundamentales, pero pueden dañar en el extremo. En Un Mundo Feliz, por ejemplo, la gente pagaba un precio muy alto por vivir absolutamente felices y sin miedo: perdían su libertad. Quizás, entonces, el propósito del miedo sea indicarnos la importancia de evaluar, reaccionar, tomar decisiones acertadas y buscar respuestas sobre nuestras emociones y comportamientos, ya sea en casa, el trabajo o la escuela.


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Author(s)

José Viosca fue neurocientífico y  ahora es comunicador científico. En su investigación post-doctoral, estudió los circuitos neuronales del miedo en el Laboratorio Europeo de Biología Molecular. Ahora es editor interno en Science in School. Puedes encontrarlo en Twitter: @jviosca

Review

Una interesante introducción a la innovadora técnica de la optogenética y cómo permite explorar la función del cerebro. Por ejemplo: el procesamiento del miedo, una emoción producida por distintas regiones del cerebro como el hipotálamo o la amígdala.

Miedo a la autoridad o al fracaso son sentimientos que la mayoría de  niños experimentan en la escuela. Como el autor apunta, estos tipos de estrés deberían ser cuidadosamente manejados por profesores y estudiantes para establecer el punto de equilibrio donde los objetivos válidos no sean vistos como refutables o amenazantes. Pero, ¿tiene el miedo el potencial de mejorar el aprendizaje? Tal vez así sea.

Varios estudios han mostrado que cuando procesamos información con carga emocional, el hipotálamo y la amígdala desencadenan la liberación de adrenalina. Entre los diversos efectos de esta hormona, mejora la memoria cortical; un evento emocional es siempre recordado con una vivacidad adicional.

Recientemente, observé un curioso  experimento pedagógico en el colegio. En una clase, los estudiantes aprendían la anatomía de los dinosaurios predadores  (Tyrannosauraus rex y otros) leyendo y viendo un documental de la BBC. En otra clase, el profesor dio una breve introducción y seguidamente vieron la película Jurassic Park. ¿Adivinará el lector cuál de las dos clases logró mejores resultados a la hora de recordar la información?

Luis M Aires, Escuela de Secundaria Antonio Gedeao, Portugal

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