La ciencia social del cambio climático Understand article
En las regiones árticas, los paisajes están cambiando rápidamente. Esto tiene profundos efectos en sus sistemas biológicos, pero ¿cómo se ven afectadas las comunidades y sus estilos de vida tradicionales?
Visité por primera vez las regiones árticas de Noruega en 2016 como estudiante de geología, pasé dos meses explorando un valle remoto para conocer su geología y elaborar un mapa geológico de la zona. Era emocionante salir de mi tienda todas las mañanas y pasar el día buscando afloramientos rocosos que muy pocos geólogos hubiesen visto antes. Aunque este paisaje idílico casi nunca ha sido visitado por otras personas, los efectos de los seres humanos eran claros: el cambio climático estaba dejando su huella. En 2018, tuve la oportunidad de volver a documentar los efectos del cambio climático en estos parajes, ahora podemos compartir con otros lo rápido que está cambiando nuestro mundo.
¿Cómo podemos ver los efectos del cambio climático?
Hoy, el cambio climático se puede ver en todo el mundo. Los cambios están ocurriendo más rápidamente en latitudes altas, como en las regiones árticas. Las personas que viven en estos lugares remotos ya están notando los cambios que ocurren a su alrededor y se ven obligadas a adaptarse. Esto inspiró a mi equipo a investigar el cambio climático desde una perspectiva de ciencias sociales, descubriendo los efectos en comunidades remotas y lo que esto podría significar para su futuro.
Todos estamos constantemente tomando fotografías de personas y paisajes, y estas imágenes pueden usarse como una herramienta para mirar hacia el pasado. Al volver a la ubicación de una fotografía antigua y tomar una fotografía del mismo paisaje hoy, exactamente desde el mismo punto de vista, es posible identificar cambios a pequeña escala. Esta técnica, llamada refotografía, se ha utilizado ampliamente para registrar cómo las ciudades cambian a través del tiempo. Pero también se puede usar para examinar cómo están cambiando los paisajes debido al cambio climático; por ejemplo, la fusión de los glaciares del Ártico está haciendo que los paisajes sean casi irreconocibles (figura 1).
Elegimos visitar la península de Varanger en Finnmark, Noruega, para captar cómo de rápidos están siendo los cambios en el paisaje, incluso al sur de la línea de la tundra. Recopilé fotografías antiguas que mostraban paisajes a esa zona de la península de Varanger de expediciones anteriores entre 1959 y 2016. Una vez que se identificó la ubicación de cada fotografía, la visitamos en 2018 para volver a tomar una versión moderna de cada fotografía. También hablamos con la gente local sobre sus opiniones sobre el cambio climático y sus efectos.
Árboles en entornos con cambios
Algunos de los árboles más septentrionales del mundo son abedules plateados de pequeño porte y, a medida que el clima se calienta, es probable que estos árboles crezcan más rápidamente y se hagan más grandes. También, un número mayor de árboles podría sobrevivir en latitudes más altas, dando lugar a que la línea de árboles se mueva más al norte. Esta tendencia se puede ver en nuestra fotografía: con el tiempo, los árboles se han vuelto más grandes y el paisaje se ha vuelto más verde en general (figura 2). En este par de imágenes, las laderas más alejadas son visiblemente más verdes hoy (2018) que en 1974.
El clima cálido también permite que otras especies vivan en latitudes más altas. En esta área de Noruega, el aumento de las temperaturas está aumentando las tasas de supervivencia de algunas polillas de la familia Geometridae: la polilla otoñal, la polilla de invierno y la escasa polilla de color ámbar. En otoño, estas polillas ponen huevos en las ramas del abedul plateado, donde permanecen durante el invierno hasta que eclosionan la primavera siguiente. Los huevos pueden tolerar temperaturas hasta de unos -37 ° C, y con inviernos más cálidos, un mayor número de estos huevos eclosionan, produciendo un mayor número de orugas. Estas arrancan las nuevas hojas de abedul plateado de los árboles, matando a un gran número de árboles y dejando montones de troncos caídos donde una vez hubo bosque.
El número de orugas varía cada año. Hay brotes masivos en algunos años, y recientemente estos brotes muy dañinos se han vuelto más frecuentes, impidiendo que los abedules plateados, entretanto, se recuperen por completo. El resultado es que, donde alguna vez hubo valles con bosques en buen estado, ahora solo hay árboles sin hojas, muchos de ellos muertos. Este efecto también es muy visible en la figura 2, donde el bosque en primer plano ha sido destruido por las plagas de polillas.
Efectos en las comunidades locales
Muchas personas que viven en áreas como la remota península de Varanger dependen de la tierra, y sus medios de vida están amenazados por el cambio climático. Al vivir vidas tan conectadas con la tierra, estas personas notan pequeños cambios que otros pasan por alto.
El pueblo Saami
Tierra adentro, los saami usan los vastos territorios desérticos para el pastoreo de renos. A medida que el clima se calienta, la cantidad de días con nieve está disminuyendo, y los más frecuentes deshielos invernales seguidos de congelación hacen que sea más difícil para los renos escarbar a través de la nieve para llegar al liquen. El desplazamiento hacia el norte de la línea de árboles aumentará la cantidad de vegetación disponible para los renos, pero el entorno cambiante puede disminuir su valor nutricional y amenazar los ecosistemas de líquenes. La nieve ahora es menos predecible y llega más tarde. Las rutas de pastoreo que tradicionalmente han sido seguras ahora son más peligrosas, ya que la capa de hielo es más delgada y la fusión se produce antes. Las condiciones son menos adecuadas para viajar en moto de nieve, y existe un mayor riesgo de avalanchas en las regiones montañosas (Jaakkola et al., 2018). Todos estos cambios están aumentando el riesgo de accidentes entre el pueblo saami. La introducción de tecnologías modernas y alimentos adicionales puede ayudar a estas comunidades a adaptarse a los cambios, pero existe un riesgo real de que se pierda su cultura tradicional.
Pesca
A lo largo de la costa de la península de Varanger, los noruegos son pescadores. Muchos viven en pueblos pequeños y remotos accesibles solo a pie o en barco. Sin embargo, la población ahora está disminuyendo a medida que los jóvenes encuentran más oportunidades de trabajo en otros lugares. En Gulgo, anteriormente una próspera comunidad pesquera, un embarcadero que alguna vez sirvió a grandes embarcaciones se ha deteriorado, y la zona ahora es sólo visitada por los lugareños que disfrutan de un fin de semana tranquilo en sus cabañas. A medida que cambia el clima, también lo hace la meteorología. Con mares más agitados, se ha vuelto más difícil pescar mar adentro, por lo que los pescadores que aún quedan ya no navegan, algunas horas más, para llegar hasta Gulgo desde la ciudad principal (Berlevaag).
En Stappogiede, una antigua pequeña comunidad pesquera a la que solo se puede acceder en bote, nos encontramos con un hombre y su madre que estaban visitando una cabaña remota que alguna vez fue el hogar de la familia, pero que ahora se usa solo para el ocio. Sin residentes permanentes, ahora hay menos pesca aquí que en 1973. La comparación de imágenes de 1973 y 2018 (figura 3) muestra un aumento en la vegetación circundante con el paso del tiempo: el hombre recordaba que su padre tenía que caminar un largo camino para recoger leña, pero hoy está a unos pasos de la cabaña. De hecho, la aislada comunidad de Stappogiede es uno de los pocos lugares a los que, relativamente, no han llegado los brotes de polillas hasta ahora.
Turismo
Muchas de las preocupaciones que tiene la población local sobre el cambio climático se centran en los efectos que el daño de las plagas de polillas puede tener sobre el turismo. Un paisano describió este daño como «si hubiese explosionado una bomba nuclear», ya que hay un gran número de árboles muertos y caídos. En la actualidad, muchos turistas visitan la península de Varanger cuando la recorren a lo largo de la hermosa costa noruega, lo cual proporciona unos ingresos muy necesarios para esta área remota. La mayoría de los visitantes desconocen el daño de la polilla en la zona, ya que los efectos no son visibles desde la carretera. Sin embargo, para un área que atrae a turistas por su belleza agreste, el próximo brote de polillas podría ser desastroso para esta industria en crecimiento, que beneficia la economía de la zona.
Una de las formas en que se puede ver este cambio económico es en la variedad de alimentos disponibles en los supermercados locales: en Berlevaag, el pueblo pesquero más septentrional de la península de Varanger, en 2016 no había productos suntuarios, tales como los pasteles hoy existentes, pero en 2018 era posible comprar no solo pastel sino también frutas exóticas como los kiwis. Con la globalización, la dieta de la población local está pasando de ser completamente estacional a complementarse con importaciones. Como las personas dependen menos de los alimentos de su entorno local, puede perderse la cultura de comer alces en otoño e invierno, bacalao en primavera y fletán y salmón en verano.
Cultura local
A medida que las personas en edad de trabajar se mudan a áreas con mejores perspectivas laborales, la población local se vuelve más anciana y hay menos jóvenes para aprender las tradiciones. A los niños de la escuela en Berlevaag todavía se les enseña cómo desollar un reno, pero ahora es más una parte de su cultura que una habilidad práctica. La globalización también trae efectos positivos: ahora hay un mercado mayor para alimentos locales considerados inusuales en otros lugares, como los renos. Ahora, también, para los artículos tradicionales elaborados por los saami de la aldea hay un mercado más grande, con turistas y compradores de todo el mundo comprando por Internet artículos decorativos y cuchillos tradicionales.
Perspectivas futuras
El cambio climático no es solo un problema del futuro: sus efectos ya se pueden ver hoy. En áreas remotas en gran parte olvidadas por el resto del mundo conectado, las comunidades se ven obligadas a adaptar sus medios de vida y culturas a la realidad del cambio climático. Si los esfuerzos internacionales logran limitar el calentamiento global tanto como sea posible, probablemente también se conseguirá otro beneficio: la protección de los modos de vida tradicionales.
Agradecimientos
El autor desea agradecer a los miembros del equipo de expedición, así como a la Royal Geographical Society, la Universidad de Oxford, Gilchrist Education Trust, Andrew Scott Memorial Fund y el Scottish Arctic Club por financiar la expedición.
References
- Jaakkola JJK, Juntunen S, Näkkäläjärvi K (2018) The holistic effects of climate change on the culture, well-being and health of the Saami, the only indigenous people in the European Union. Current Environmental Health Reports 5: 401–417.
Resources
- Para saber más sobre la plaga de polilla en la península de Varanger, visite la página Birch Moth website.
- Lea las aventuras de la autora en la expedición Finnmark en Noruega, puede visitar la página expedition website.
Review
El cambio climático aún puede parecer una idea abstracta para muchos estudiantes. Leemos mucho sobre los cambios futuros y los objetivos globales, pero este artículo describe varias consecuencias que ya están sucediendo. Descubrimos los cambios a los que se enfrentan las comunidades y algunos de los mecanismos del cambio, que muestran cómo todo está conectado.
El artículo puede usarse para desarrollar debates en clase sobre lo que podemos hacer en relación con los efectos negativos del cambio climático, cómo las comunidades pueden afrontar los efectos del cambio climático y cómo podemos aprender de los errores del pasado y manejar los cambios originados. Como preguntas de comprensión se podrían incluir:
- ¿Por qué murieron los abedules en la región de Finnmark?
- ¿Qué les sucede a las diferentes especies en una región cuando cambia el clima?
El contenido también es interesante para los profesores de ciencias sociales, para debates sobre cómo la cultura humana está cambiando debido a la globalización.
Finalmente, el artículo puede servir como llamada de atención medioambiental: ¡es hora de actuar!
Ingela Bursjöö, profesora e investigadora de ciencias, Montessori School Elyseum, Gotemburgo, Suecia