Haciendo historia Inspire article
Traducido por Rafael Martinez Oña. Cómo Anne-Flore Laloë hace una crónica de la vida y obras de una institución científica.
De las cartas de amor de Albert Einstein y los cuadernos de laboratorio de Marie Curie a las fotos de grafitis garabateados en una pared por Francis Crick, el material de archivo puede representar un tesoro incomparable a los historiadores para descubrir las historias personales que se esconden detrás de la ciencia. Anne-Flore Laloë ha asumido recientemente el reto de escribir la crónica de las vueltas y revueltas y altibajos de la vida del Laboratorio Europeo de Biología Molecular (EMBL) – como primera archivera del centro.
Con cuidado, colocando una caja de cartón en medio de una habitación vacía, Anne-Flore sonríe a sí misma contemplando el pequeño trozo de historia que acaba de adquirir. El contenedor, que alberga una gran colección de fotografías donadas por un alumno del EMBL, es una de las primeras contribuciones para el nuevo archivo del Laboratorio – un proyecto para preservar y catalogar material que a menudo tiene el riesgo de ser olvidado y de hacerlo ampliamente accesible. «Existía el peligro de que, de un siglo a partir de ahora, pudiéramos mirar hacia atrás y que hubiésemos perdido gran parte de la historia de EMBL inadvertidamente», dice Anne-Flore, que se unió al EMBL en enero de 2016. «Con este proyecto, nos aseguramos que el pasado y presente del EMBL estén disponibles en el futuro para los científicos, historiadores, filósofos y demás personas interesadas».
Estimulada por las advertencias de la comunidad académica de que la historia de las ciencias de la vida molecular está en riesgo de desaparecer a menos que se tomen medidas activas para protegerla, la Asociación de Antiguos Alumnos del EMBL lanzó la iniciativa de disponer de un archivo con el objetivo de salvaguardar el patrimonio del Laboratorio. «Esta idea tomó cuerpo cuando se cumplió el 40 aniversario del EMBL», explica Anne-Flore. «El EMBL ha crecido rápidamente y representa un gran capítulo en la historia de la biología molecular en Europa. Cada persona que sale del Laboratorio se lleva un pedazo de nuestra historia – por esto, uno puede ser proactivo, recogerlo y asegurarse de que su pasado y presente está disponible para el futuro.
«Nuestro objetivo es recopilar material inédito y original en cualquier formato que exista – cartas, fotografías, informes, cuadernos, memorias, libros de laboratorio, notas, correos electrónicos, borradores de artículos, bases de datos, documentos oficiales, etc. – y salvaguardarlo para generaciones futuras. Los archivos llevan al lector a un viaje de descubrimiento. Uno podría descubrir historias ocultas, información que falta, o ideas inspiradoras, así como aprender más acerca de lo que la gente estaba realmente pensando, sintiendo y haciendo en ese momento. Una de mis tareas es encontrar formas de contextualizar el material que reunimos en relación con otros archivos científicos – como el del CERN, el Wellcome Trust, el Laboratorio de Biología Molecular del Consejo de Investigación Médica y muchos otros – que colectivamente narran de manera más amplia la historia de la ciencia en Europa. Es una sensación emocionante pensar que aquí nos aguarda documentación y descubrimiento».
Huellas más profundas
Dejando de lado el estereotipo de un sótano de una organización académica, en el cual, como única compañía va a tener filas y filas de cajas polvorientas, Anne-Flore está llena de energía, emocionada y nos habla acerca de su misión. Ya se ha reunido con antiguos alumnos y personas de las cinco sedes del EMBL, para hacerles ver la importancia del proyecto y reunir ideas para lo que ella describe como un gran proyecto comunitario que pertenece a todos y cada uno de los que han sido parte de la historia del EMBL. Su mensaje, para este gran número de protagonistas, es: «¡No tire nada! Al menos no antes de considerar lo que podrías ofrecer al archivo”.
«Imagínese poner sus manos en el manuscrito original de una canción famosa, o en un primer boceto de una pintura importante – cosa bastante difícil, pues lo mismo puede suceder en la ciencia,» nos dice Anne-Flore. «El material archivado puede tener un significado social enorme, disparar el interés público y proporcionar una visión de cómo sucedieron las cosas realmente y enriquecer nuestra comprensión más allá y por encima de la visión «oficial». Por ejemplo, los eruditos a través del estudio del archivo de la Royal Society en el Reino Unido han arrojado nueva luz sobre el papel crucial de las mujeres en la comunicación y divulgación de la ciencia durante la época victoriana comparando cartas, documentos y otros materiales raros con la literatura oficial. Ha sido posible encontrar contribuciones importantes que aportan nuevas dimensiones a nuestra comprensión de la ciencia en aquellos tiempos».
Anne-Flore se apresura a señalar que tales ideas podrían provenir de algo tan poco común como un cuaderno, el borrador de un artículo o un simple correo electrónico. «Buscamos tanto lo ordinario como lo extraordinario», explica. «La creatividad de las personas que tienen acceso a los archivos es alucinante – notas aparentemente inofensivas pueden inspirar obras de teatro, canciones, libros y poemas – al mismo tiempo que esta información puede aportar pistas importantes para entender cómo se generan ciertas ideas. ¿Qué cambió entre el primer borrador y la versión publicada? ¿Cómo evolucionó el pensamiento a lo largo del proceso? ¿Por qué rodeó ese párrafo con tinta roja siete veces? Toda esta información se encuentra en el material de cada día, tanto analógico como digital».
¿Cómo puedes contribuir?
Cuando la gente siente que tiene algo que ofrecer al archivo del EMBL, Anne-Flore les pide que se pongan en contacto con ella, ya que puede aconsejarles sobre cómo recopilar la información de manera adecuada, así como discutir aspectos como derechos de acceso y confidencialidad. Y explica, «a veces me reúno con gente y lo primero que hacen es mirar alrededor de su oficina y decir “¡Como puedes ver, no tengo muchas cosas aquí!”». «Pero cada uno tiene su propio archivo personal – puede ser un archivador, una caja de fotografías en un rincón de un armario, o unas carpetas de documentos sobre un ordenador. Estos elementos pueden parecer irrelevantes para uno, pero pueden ser de gran interés para la memoria colectiva del EMBL. Todo lo que donen se guardará del mismo modo a como se ha recibido».
Tiene cierta gracia cómo llegó la primera pieza que se depositó en el archivo – el Director General del EMBL, Iain Mattaj, donó un puntero láser que dejó de funcionar durante el lanzamiento del prototipo en 2010. Entre otros artículos están una copia de la propuesta original para la fundación del EMBL en 1967, una caja de fotografías oficiales y de actos sociales y una bandera conmemorativa de las celebraciones del 40 aniversario del EMBL. Pero Anne-Flore sigue atenta a conseguir muchas más cosas. «El material que tenemos puede parecer que está congelado en el tiempo, pero nuestras actividades no lo están», dice Anne-Flore. «El archivo será activo y moderno, y continuamente crecerá y evolucionará. El archivo contiene esencialmente materiales y conocimiento, pero en última instancia, queremos crear un recurso que sea completo, fácil de navegar y accesible a los estudiosos de todo el mundo».
Uno de los retos consiste en hacer que la gente reconozca el valor de su material, sobre todo en la era digital, cuando los datos se pueden borrar con sólo tocar un botón. «Mientras que el medio ha cambiado, la esencia de la comunicación no lo ha hecho – la gente piensa que las cartas estaban llenas de información importante, mientras que de hecho podrían ser tan informales como los correos electrónicos de hoy», explica. «Una vez leí una carta de un taxonomista a un colega. Terminó la nota con una queja que lamentaba el hecho de que su sirviente estaba enfermo y que se veía obligado a comer fuera todos los días – ¡pobre hombre! Podemos aprender mucho de estas interacciones. Las reuniones de los científicos y las cartas del pasado no son muy diferentes a los intercambios de correo electrónico que tenemos hoy en día».
Generando pasiones
Anne-Flore, que tiene un doctorado en geografía, se unió al EMBL proveniente de la Marine Biological Association del Reino Unido, donde fue responsable de las diversas colecciones históricas de la Asociación, entre otras, de un herbario, con especímenes que datan de principios de 1800. «Las muestras se conservaban a menudo hermosamente en álbumes, los colores están tan brillantes hoy como cuando fueron recogidos. Pero cuando leímos las cartas que acompañaban las muestras, pudimos aprender más acerca de cómo era la vida de los coleccionistas, o dónde se encontró por primera vez una especie rara. Es interesante intentar imaginar, dentro de un siglo, cómo la gente verá el trabajo que estamos haciendo hoy en el EMBL, y entonces poder entender quién hizo qué y porqué. Ya se trate de un espécimen de algas marinas, o un dispositivo porta muestras para focalizar en una parte concreta, así se da voz a la persona que estaba allí en primer lugar. Es como una cápsula del tiempo”.
Un primer paso práctico es crear la base de datos y comenzar la catalogación antes de fin de año, desarrollando una interfaz que hará que el archivo sea accesible al mundo. «Alguien podría tener interés en saber cómo era el primer informe anual del EMBL, saber algo más sobre el primer director general, o cómo se fundó la asociación de personal», añade. «O puede ser que unas notas de un investigador sean usadas en una presentación a los niños de una escuela. El éxito del proyecto y la forma final que tenga el archivo dependerán enteramente de lo que la gente esté dispuesta y sea capaz de darnos. Y esa es la otra parte: nuestro archivo es un medio para que la gente se interese por el EMBL y las historias de su personal que son la esencia de la vida científica».
Agradecimientos
La versión original de este artículo apareció en el número de primavera de 2015 de EMBLetc, la revista del Laboratorio Europeo de Biología Molecular.
References
- Para aprender sobre la ciencia de preservar objetos históricos, ver: Leigh V (2009) La ciencia de preservar el arte. Science in School 12: 70–75.
Institutions
Review
Este artículo, sobre el nacimiento y desarrollo de un archivo científico, es una llamada de alerta para las escuelas. Aunque el fácil acceso a la información en línea a menudo parece suficiente para los estudiantes, la originalidad y la objetividad de los temas de ciencia puede ser más fácil de entender con material auténtico. Los archivos pueden proporcionar el contexto a los descubrimientos científicos – el momento de inspiración frente a la rutina de la adquisición y análisis de datos.
El artículo podría utilizarse como base de un debate sobre la importancia de aprovechar los conocimientos previos para evitar la pérdida o duplicación innecesaria de los resultados de la investigación. Los estudiantes también podrían discutir maneras apropiadas para catalogar y almacenar materiales de archivo. Incluso podrían crear su propio archivo, después de acordar cuál es su propósito, qué quieren archivar y cómo van a conservar y catalogar la información de interés.
Friedlinde Krotscheck, Alemania