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Traducido por Rafael Martínez-Oña. Sacar a los alumnos fuera de la clase abre un mundo de posibilidades para enseñar a los jóvenes temas de la naturaleza.
La Edad de Piedra tal vez no ha sido una época divertida para nuestros antepasados, pero conocerla puede ser una experiencia divertida y educativa para los jóvenes.
Durante la última década, mis colegas y yo hemos realizado, en nuestra pequeña escuela, una iniciativa educativa llamada «una semana en el campo» dirigida a alumnos de entre 6 y 18 años que tienen necesidades educativas especiales. Empezó como una actividad para romper la rutina, una oportunidad para dar a los chicos un respiro frente a la actividad de aprendizaje diario en el aula. Pero se ha convertido en una herramienta educativa para la enseñanza de un gran número de temas relacionados con la ciencia, y además en uno que puede ser fácilmente adaptado para todos los niños de primaria.
Cada año, durante una semana en primavera o verano, dos clases de alumnos de distintas edades (de 6 a 11 años), entre 20 y 30 niños en total, cambian la clase por un prado cercano para aprender al aire libre. Al principio, mi colega y yo llevábamos el proyecto solos; en los últimos años, hemos contado con la ayuda de un maestro en prácticas y un estudiante universitario. También hemos contamos con el apoyo de un agricultor de la zona, que nos ha prestado la pradera y nos da acceso a sus campos, y con un grupo scout local que nos proporciona unas tiendas de campaña en caso de que llueva. Con estos medios sencillos, pasamos unos días aprendiendo sobre la naturaleza que, cada año, se centra en un tema diferente. En 2010, investigamos sobre la vida en la Edad de Piedra.
Aunque enseñamos a niños con necesidades especiales (tales como problemas de aprendizaje, problemas de concentración y trastornos del movimiento), lo bueno de la semana en el campo es que se puede realizar una amplia gama de actividades dirigidas a niños con diferentes intereses y capacidades.
Un prado con árboles y un arroyo es ideal, ya que se puede utilizar para enseñar una amplia gama de temas tales como plantas, insectos, nutrición e incluso la construcción de estructuras simples. Sin embargo, el concepto es lo suficientemente flexible como para adaptarse a una variedad de lugares y temas – en años anteriores, hemos utilizado los temas de piratas, caballeros y damas, la Edad Media, caballos, animales de granja, barcos, vuelos y los Juegos Olímpicos. Y, si acaso no se tiene acceso a un prado, se podría usar un parque.
El proyecto se inicia una semana antes de que salgamos al campo, con un conjunto de libros acerca de nuestro tema elegido: en este caso, la Edad de Piedra. Como si estuviésemos en clase, hablamos sobre diferentes aspectos del tema elegido: por ejemplo, sobre el paisaje, su flora y fauna y cómo vivían los seres humanos – animales de caza, recolección de plantas, arreglos de vivienda, vida familiar, herramientas y otros. Los niños más interesados pueden leer lecturas extras en su tiempo libre.
La verdadera diversión comienza cuando llegamos al prado el primer día. A su llegada, los niños pueden explorar libremente el lugar en el que van a estar los próximos días. Las condiciones son mucho más básicas a las que los niños están acostumbrados. Durante los primeros años del proyecto ni siquiera teníamos urinarios; por ello, los niños cavaron una letrina y levantaron una pared con palos, hierbas y hojas. Incluso una vez que el agricultor había facilitado los urinarios, seguíamos sin agua corriente: para lavarnos las manos y hacer la comida, llevábamos agua en bidones, y para lavar pinceles, utilizábamos el agua del arroyo. Resulta útil contar con un refugio (utilizamos una yurta) para almacenar el equipo durante la noche, o para que los alumnos se refugien durante el día si llueve, pero por lo demás los requisitos de infraestructura son mínimos. En realidad, el tener unas condiciones básicas mínimas puede convertirse en una experiencia de aprendizaje. Y, por supuesto, hace que los alumnos aprecien su vuelta al siglo 21, cuando regresan a casa cada noche.
Para algunos de los temas de nuestro interés, una parte importante del proyecto ha sido descubrir cómo se alimentaban las personas. Esto es una buena oportunidad para el aprendizaje interdisciplinar, que combina una amplia gama de actividades que se pueden adaptar a diferentes niveles y abarca temas diferentes de ciencia y tecnología.
Por ejemplo, en nuestro proyecto Edad de Piedra, una actividad del grupo conllevó aprender acerca de la caza. El grupo de los cazadores – que era muy popular entre las chicas y los chicos – hizo arcos y flechas con ramas y cuerdasw1, y aprendió a usarlos. Tener un pequeño bosque cercano para recoger palos y ramas resultó de gran ayuda, pero por supuesto también sería posible proporcionar estos materiales si fuese necesario.
Esta actividad representa una buena oportunidad para la experimentación y la resolución de problemasw2. ¿Qué tipo de madera es el más adecuado? ¿De qué grosor? ¿Cómo de seca? y ¿cuál es la mejor manera de disparar las flechas? ¿Es mejor disparar contra el viento o en la dirección del viento? ¿horizontalmente o hacia arriba? ¿las plumas hacen que la flecha vaya recta? Los mismos alumnos se hicieron muchas de estas preguntas a sí mismos, pero los profesores también pueden ayudar a estructurar el ejercicio haciendo sugerencias y a dirigir a los chicos en la dirección correcta.
Por supuesto, la reunión es la actividad compañera de la caza. En varias de nuestras semanas en el campo hemos desarrollado series de reuniones, como una manera de aprender algo más sobre las plantas y los alimentos. Por ejemplo, un grupo recogió hierbas para infusiones como manzanilla, menta y melisa. Muchos de los chicos no estaban familiarizados con estas hierbas, así que hicimos una sesión de cata y olfato de las mismas antes y después de ponerlas en infusión en agua calientew2.
Otro grupo recolectó hojas comestibles tales como dientes de león para hacer una ensalada, que luego comieron todos juntos. Un tercer grupo recogió granos de trigo de los sembrados de los agricultores, los mezclaron con la harina e hicieron tortasw3, y probaron diferentes métodos de cocción, inclusive en una fogata y sobre piedras calientes.
Además de participar en la actividad de hacer pan, aprender a hacer fuego es una manera de aprender acerca de los materiales que arden bien y cómo hacer para evitar que se dañe el entorno mediante el uso de materiales existentes como arena, tierra y agua de un arroyo para dejarlo después tal cual estaba. También es importante, al final de nuestra semana de actividades en el prado: invitar a los padres a que vean lo que sus hijos han aprendido.
En este tipo de proyectos, la seguridad es obviamente un aspecto importante. Simplemente con unas precauciones básicas sólo hemos tenido un pequeño accidente en 10 años. El prado está vallado y usamos cinta al uso para marcar y restringir el paso sólo a la zona que tenemos asignada; los alumnos que no están dentro de los límites se les envían de vuelta a la escuela. En todo momento, cada niño forma parte de un grupo que está bajo la responsabilidad de un adulto.
También tomamos precauciones específicas en función de las actividades. Por ejemplo, para identificar correctamente plantas comestiblesw4, es esencial estar al tanto de los parásitos locales y otros riesgos de salud, y no permitir que los niños coman nada sin el permiso de un profesor. Del mismo modo, las actividades relacionadas con hacer fuego o construir arcos y flechas deben ser supervisadas de cerca.
Las actividades concretas que elija para su proyecto dependerán del tema y del lugar a utilizar. Siempre nos hemos esforzado, sin embargo, en incluir actividades prácticas. Por ejemplo, el año en que nuestro tema era los caballos, tuvimos un caballo de verdad que los niños podían montar y cuidar, hicimos caballos de madera y artesanías para la crin del caballo, por nombrar sólo unas pocas actividades. Cuando elegimos el tema de los piratas, los niños hicieron barquitos de papel y los lanzaron a la corriente del arroyo, aprendieron esgrima, juegos que involucraban montarse en embarcaciones, y hacer ropas de pirata y parches en los ojos.
Cualquiera que sea el tema del curso, el último día celebramos exposiciones de lo que los diferentes grupos han estado haciendo. Por ejemplo, los padres tienen la oportunidad de ver los arcos y flechas, y los niños de explicar cómo se hacen y se utilizan. La clase presenta los diferentes tipos de combustible que han experimentado en el fuego, y muestran cuáles queman mejor o peor. Los recolectores invitan a los padres a que vean y prueben los diferentes tipos de hierbas y plantas que han recogido a lo largo de la semana.
Además de ser una oportunidad de demostrar lo que han aprendido, esta sesión contribuye a ampliar el vocabulario de los niños y a enseñarles la forma de presentar los resultados de un experimento. Al principio, temíamos que este sutil elemento didáctico de la semana en el campo podría hacer que las actividades resultasen menos divertidas para los niños, pero en realidad resultó ser una fuente de motivación. Además, contribuye a ampliar el conocimiento científico y técnico de la semana añadiendo una dimensión lingüística.
La parte central de la última jornada es la preparación de una gran olla de sopa de verduras y plantas del prado y del campo recién cortadas – otra ocasión de aprender acerca de las plantas, y también una introducción general a la alimentación saludable y una experiencia compartida por niños, padres y maestros. Para la mayoría de nuestros alumnos, muchos de los cuales provienen de entornos desfavorecidos, esta es la primera vez que han probado una sopa preparada con ingredientes frescos. Con los años, hemos visto que los alumnos se llevan a casa la idea de una comida preparada con ingredientes frescos – un ejemplo perfecto de cómo los elementos prácticos y teóricos van unidos.
La semana en el campo proporciona un marco adecuado en el que se pueden realizar una serie de actividades, que pueden elegirse y desarrollarse conjuntamente por profesores y alumnos. Por ejemplo, además del contenido de ciencia básica de nuestra semana en el campo, también encontramos tiempo para canciones y juegos, manualidades e incluso para visitar a un apicultor local. También es una oportunidad para atraer nuevos colaboradores externos – en nuestro caso el agricultor, el apicultor y el grupo scout local – además de romper la rutina de aprendizaje en el aula.
Por último, representa una forma holística de enseñanza, que combina diferentes aspectos de ciencia con actividades prácticas que tienen un impacto real en las vidas de los niños.
Una receta parecida (para chapati, en inglés) se encuentra en la página web de la BBC.
La creación de un campamento de la Edad de Piedra para niños de primaria es un ejemplo excelente de enseñanza y aprendizaje interdisciplinarios. Combina distintas disciplinas tales como física, educación ambiental, tecnología y otras que el profesor desee incluir.
Las actividades propuestas son novedosas y ofrecen una forma alternativa de enseñar y explicar muchos temas científicos y tecnológicos, tales como la construcción de una tienda de campaña, recoger, identificar y nombrar hierbas, y conceptos físicos de mecánica básicos (disparar con una flecha). No tengo conocimiento de ninguna escuela en mi país (ya sea para educación especial o convencional) que ofrezca esas oportunidades a sus estudiantes.
Probablemente no es fácil organizar este tipo de actividad, pero tampoco resulta imposible. Y aunque la primera vez pueda ser difícil, los años siguientes resultará ser más fácil. Con una preparación adecuada de los maestros y el apoyo adecuado de las autoridades de la escuela y los padres, los alumnos obtendrán mucho más del proyecto de lo que obtendrían si permaneciesen sentados en la clase. Además, conseguir ayuda de personas o grupos (por ejemplo, los agricultores o las organizaciones scouts) de fuera de la escuela también ofrece muchas ventajas educativas y sociales a los alumnos.
En lugar de realizar las actividades en un prado, sin ninguna duda, también se pueden organizar en un parque cercano, lo cual sería más fácil de encontrar en una ciudad.
Christiana Nicolaou, Chipre
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